130918 nubarrones EHUEl nuevo curso académico ha arrancado en la UPV/EHU entre negros nubarrones relacionados con la financiación de la UPV/EHU. El rector dice en el acto de inauguración que estamos en una situación límite y pide una financiación digna para la universidad para, a renglón seguido, abrir el debate sobre la financiación privada de la universidad. El gobierno vasco responde reconociendo los recortes realizados pero sin propósito público alguno de enmienda. Ofrece tan sólo “consenso” para elaborar un nuevo plan universitario.

Mientras tanto el presupuesto de la UPV/EHU ha retrocedido este año a niveles del año 2007. Esto se ha traducido en una reducción del 44% en el presupuesto de centros, departamentos y biblioteca. Así es imposible mantener la calidad y el nivel obtenido en el desempeño del servicio público, la docencia y la investigación. Efectivamente la situación es límite y el riesgo de colapso comienza a ser una amenaza cierta. Y ya sabemos quiénes son las personas más perjudicadas cuando las cosas se ponen feas: el personal. Pero sin él no hay universidad.

Por su parte el Gobierno Vasco ha enterrado –y lo sigue haciendo– millones de euros en infraestructuras que se han descubierto como no necesarias y/o abiertamente deficitarias. ¿Y no hay cuarenta millones para que nuestra universidad pública pueda siquiera mantenerse en su nivel actual? Sostener una universidad pública de calidad sí es hacer país, muy por encima de otras iniciativas que hoy en día nuestros gobernantes consideran prioritarias.

Ahora bien, la universidad pública de un país no puede basar su viabilidad en donaciones privadas. Necesita una financiación pública digna y suficiente que garantice su autonomía, entiéndase esto último en toda su integridad. Abrir el debate y las puertas a formas de financiación privada sin haber resuelto la necesaria financiación desde los poderes públicos es hacer una trampa peligrosa.

El mensaje no es “la Universidad necesita donaciones porque la financiación pública es insuficiente” como titulaba un periódico. El mensaje, alto y claro, es que los poderes públicos deben garantizar una financiación suficiente, y estable. Esa es la base para que la UPV/EHU sea lo que queremos: una universidad pública al servicio del país, de sus gentes, que cuida a su personal, que busca y logra la excelencia en todos los ámbitos tanto el docente, el investigador y en su quehacer ético-social, comprometida con toda la sociedad y no sólo con el ámbito empresarial.

El nuevo año no se presenta fácil

Nuestros salarios también han sufrido los mordiscos de la crisis. Y la reducción casi a la mitad de los presupuestos para centros, biblioteca y departamentos generan problemas que los propios trabajadores y trabajadoras tenemos que solventar.

Pero no es sólo el castigo salarial y la carga de trabajo. Cualquier recorte adicional va a empeorar ostensiblemente las condiciones para impartir docencia e investigar y pondrán en peligro puestos de trabajo, especialmente los de las personas que más precaria situación tienen en esta Universidad. No estamos dispuestos a que se traspase ese límite.

En este sindicato nunca nos ha gustado jugar a ser alarmistas. Pero tampoco hemos sido tibios a la hora de llamar a las cosas por su nombre. Esperemos que el Gobierno Vasco reaccione y corrija su política presupuestaria. Pero debemos estar preparados por si llegáramos al peor de los escenarios. Si esto sucede, no habrá paz social en la UPV/EHU. La defensa de la universidad pública pide actuar con responsabilidad. Pero si desde los poderes públicos no corrigen esta situación los trabajadores y trabajadoras de la UPV/EHU tendremos que llevar la lucha y las movilizaciones desde las calles a los campus, en defensa de nuestros derechos, nuestros salarios y nuestros puestos de trabajo.