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Elisa Usategi nerabeen inguruko azterketa aurkezten

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Elkarretaratzea plaza Biribilean. Hezkidetza da bidea

Se acerca el 25 de noviembre, día internacional contra la violencia contra las mujeres y con él, la hora de hacer balances y campañas. Una vez más instituciones y organismos de diferente índole inundarán los medios de comunicación recordando a la ciudadanía la necesidad de acabar con esta lacra que es la violencia machista, sin decir qué medidas se proponen para ello, con declaraciones de intenciones que cada año siguen quedando en papel mojado. Terminar con la violencia hacia las mujeres no se consigue con un comunicado cada año.

Una gran parte de la sociedad se jactará una vez más de los logros conseguidos en lo que a igualdad en general y violencia en particular respecta, aunque sea innegable que la igualdad real está todavía por llegar.

Con todo, no es mal momento para hacer una reflexión sobre el por qué de esta violencia contra las mujeres y la dificultad de erradicarla y con ello, sobre las consecuencias de ser mujer en una sociedad patriarcal-machista.

Y es que la realidad, a día de hoy, es que se nos sigue responsabilizándonos, a nosotras, de las violencias que sufrimos, argumentando que hay lugares por los que no debemos transitar a ciertas horas o incluso personas con las que no debemos relacionarnos. De un modo tácito, se coarta nuestra libertad y se nos relega a un espacio «seguro», lo cual no es más que una reinterpretación del ámbito privado en el que también se nos encarcelaba hace menos de 100 años.

Pero lo que nadie parece recordar es que nosotras, no sólo queremos vivir seguras, también queremos vivir libres. Desde hace mucho tiempo llevamos reivindicando: que las calles y las noches también son nuestras, (y por supuesto nuestras casa y centros de trabajo) y que no se nos adjudiquen falsas cárceles de cristal revestidas de seguridad. No queremos que se nos siga repitiendo aquello de que no volvamos solas, que apuntemos la matrícula del taxi, que no salgamos con chicos malos… ya es hora de que el mensaje de lo que no se debe hacer se dirija a los que agreden y no a las que sufrimos las agresiones.

Inculcándonos lo que debemos hacer, también se nos inculca lo que no debemos o no podemos. Con la idea generalizada de que el mundo no es seguro para nosotras se nos expropia de la capacidad de defendernos, convenciéndonos de nuestra falta de capacidad y adjudicándonos aquello del sexo débil, de ahí la importancia que tiene la autodefensa feminista.

Paulatinamente, a través de los años, gota a gota y de forma meticulosa, se nos ha ido inutilizado. Los modelos de relación que nos han vendido a través del amor romántico nos mostraban como seres incapaces de abrir una puerta, condenadas a que los príncipes azules, los gentlemen de cada barrio las abrieran por nosotras. Mientras, permanecíamos inmóviles, sin poder salir. Nos preguntamos si alguien tiene alguna duda de que el enclaustramiento, la inmovilidad pertenecen a la categoría de aquello que se viene denominando violencia de baja intensidad. Término muy cuestionable por otro lado, ya que ese sometimiento cotidiano que padecemos cada vez que tenemos que pasar por medio de un grupo de chicos, ese que nos obliga a agachar la cabeza y que mina nuestra autoestima, a la vez que nuestras vértebras, no es insignificante. Creednos, no es de baja intensidad!!!

La denominación, en cualquier caso es comprensible si tenemos en cuenta la cantidad de mujeres que son asesinadas cada año por sus cónyuges o ex-cónyuges. Por supuesto, sin tener en cuenta a las que matan otros que no fueron sus cónyuges, ya que según nuestra ley eso no es violencia machista. Tal vez esas muertes queden reflejadas en los cómputos de muertes accidentales, o incluso no se reflejen en ningún lugar, como sucede con la mayoría de cosas que atañan a las mujeres.

Por todo ello, seguimos haciendo nuestra la premisa de que lo personal es político, para que bajo el manto de lo personal no se invisibilice ni disfracen esas consecuencias que desgraciadamente sigue suponiendo ser mujer.

No necesitamos discursos, necesitamos que se articulen medidas reales que propongan espacios libres y sin peligros en las localidades. Propuestas educativas que vayan a la base del problema, educando en el respeto a la diversidad y libertad de las personas. Campañas de concienciación, que fomenten la argumentación de que todos los espacios son para todas las personas en libertad y respeto.

Una vez más saldremos a las calles para gritar que estamos hartas, que queremos poder movernos en la ciudad, poder movernos fuera y dentro del ámbito privado, mover nuestra mente y nuestro cuerpo. Todo ello sin ser invisibilizadas o juzgadas!! Así que ahora que el 25 de Noviembre se acerca os invitamos a gritar con nosotras!!!

LAS CALLES Y LAS NOCHES TAMBIEN SON NUESTRAS!!!

http://www.noticiasdealava.com/2014/11/24/opinion/las-calles-y-las-noches-tambien-son-nuestras