En Barcelona volvemos a encontrarnos centrales sindicales de todos los pueblos y naciones del estado español, convocadas para asistir y acompañar el desempeño del reto que el pueblo catalán se ha puesto a si mismo: defender el derecho a decidir su futuro, sin pedir permiso ni perdón, en el marco de estrategias propias y ejerciendo desde ahora mismo como un ejemplo internacional de democracia popular.
No podemos sino celebrar, en primer lugar, la alegría, la determinación, la inteligencia política y la dignidad con la que un pueblo que dijo que iba a votar realizó su propio objetivo. La movilización de millones de personas convocadas a expresar su voluntad no puede pasar desapercibida. O el sometimiento a un tablero de juego impuesto o la libertad, y el pueblo catalán ha elegido esto último.
La fracasada estrategia del régimen de someter la voluntad del pueblo catalán, traducida en un permanente hostigamiento policial y judicial que se saldó ayer con cientos de heridos y el secuestro de cerca de 400 colegios electorales y más de 700 mil voces acalladas, requiere nuestra firme condena. Pero esto no puede, en ningún caso, ensombrecer que ayer el pueblo catalán venció una batalla determinante y con él la clase trabajadora de todos los pueblos y naciones del estado pudimos dar un salto adelante.
Además de que queda patente con este proceso que el actual modelo territorial está agotado, al fin se pone en jaque el régimen del 78 y con ello se cuestiona la legitimidad que las instituciones herederas de dicho régimen tienen para administrar nuestros destinos. El derecho de autodeterminación y el derecho a decidir se plantean hoy como una salida para una experiencia democrática real. El desborde democrático es tal que es ahora el pueblo organizado en la calle quien dicta el ritmo de un proceso de autorrealización popular que concita nuestro apoyo.
Con esta declaración, y siendo conscientes de que los recursos con los que el estado español quiere dificultar este proceso son muchos y sus cuerpos represivos están aún alojados en Catalunya, queremos transmitir nuestro apoyo a la huelga general del 3 de octubre y animar en su empeño a todo un pueblo y a una clase trabajadora a la que, pese a las dificultades, ya sólo le puede esperar la victoria.
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