CRUSH TO CRUSH, si es BBK, es un lavado de cara

La banca no deja de sorprendernos. Hace unos años denunciabamos la injerencia de Kutxabank en el ámbito escolar, al presentar su unidad didáctica «finanzas para la vida», cuya finalidad no es otra que «facilitar al alumnado la adquisición de una serie de competencias y habilidades financieras que les serán imprescindibles en su transición a la vida adulta». La propuesta se centra en el funcionamiento del sistema financiero, las inversiones, el crédito… pero, sobre todo, se hace especial hincapié en el cumplimiento de las obligaciones adquiridas con la entidad bancaria.

Nuestra sorpresa es mayúscula cuando ahora es BBK quien lanza el proyecto educativo «Crush to crush», según sus palabras, pionero en Europa para luchar contra la violencia machista en el entorno escolar. Según dicen su intención es empoderar a las niñas y educar a los niños, desde el reconocimiento de que las niñas son las víctimas principales de la violencia de género y que pueden ser afectadas a una edad muy temprana. Para ello, palabras textuales: “buscará la capacitación de educadoras y educadores para que dispongan de una formación adecuada en la materia, así como un manejo efectivo de las dinámicas interactivas planteadas.” En definitiva, dicho programa pretende dotar a educadoras y educadores de herramientas didácticas que permitan dinamizar procesos formativos solventes en cuestiones de género.

Estamos hartas de la injerencia de entidades privadas en la Educación pública. Al igual que estamos hartas de que el propio Departamento de Educación haga dejación de sus responsibilidades, como lo es, por ejemplo la de formar al personal educativo. Es del todo inaceptable que deje esta labor en manos de estos intrusos, que lo único que buscan es su lavado de cara, mientras se privatiza y desmantela la obra social. Si tan preocupados están por la igualdad, porque la raiz de la violencia hacia las mujeres no es otra que la desigualdad entre hombres y mujeres, mejor sería que en su entidad se eliminen la brecha salarial, los techos de cristal, el suelo pegajoso… y entren más mujeres a sus consejos directivos.