¡Cambio de última hora!

Comunicado 1ºMayo Navarra.

NO QUEREMOS SU NORMALIDAD

Este año la crisis sanitaria que estamos viviendo hace que este 1 de mayo tengamos que celebrarlo confinadas en nuestras casas. Nos confinan para poder volver a la normalidad cuando su  normalidad es el problema. Estamos en casa sí, pero no nos han tapado la boca.
Este año, aún más que nunca, tenemos que estar alerta, no podemos bajar la guardia. Estamos ante un escenario inaudito, y desconocemos cual va a ser el devenir de los acontecimientos, pero sabemos que el capital va a intentar que una vez más, sea la clase trabajadora la que pague los platos rotos. Nosotras no queremos volver a la normalidad, porque la normalidad era y sigue siendo el problema. Esta crisis ha puesto de manifiesto que nuestro discurso de que un mundo más justo es posible no solo es acertado sino que además es más necesario que nunca. Siete semanas confinadas en nuestras casas han sido suficientes para evidenciar que esa normalidad que nos imponen era sinónimo de devastación y sobrexplotación de los recursos naturales. El planeta ya nos había dicho que estábamos llegando a límites insostenibles y esta pandemia nos ha puesto frente al espejo. Esa normalidad no es más que un capitalismo voraz, que mira hacia otro lado y sigue esquilmando y agotando los recursos naturales con el único fin de aumentar la riqueza de unos pocos.
Su normalidad, la normalidad de este sistema criminal no es otra que la de las políticas de recortes en los servicios públicos y la privatización de estos. La mercantilización de lo común, haciendo negocio con necesidades básicas. El desmantelamiento de la sanidad pública tiene consecuencias graves, muy, muy graves y esta crisis sanitaria nos lo havuelto a demostrar: la privatización mata.
Esa normalidad de la que hacen gala no es otra que valorar solo aquello capaz de aportar beneficios al capital y sin embargo ahora cuándo más lo hemos necesitado resulta que han sido los trabajos reproductivos y de cuidados los que han resultado ser esenciales. Esenciales para el sostenimiento de la vida. No son los trabajos productivos los que están paliando los efectos de la crisis, las limpiadoras, el personal sanitario y quienes trabajan en los centros de salud, cuidadoras, bomberos, repartidores, empleadas de supermercados, de tiendas, trabajadoras de hogar transportistas, personal de correos, ferroviarios…, esos son los servicios esenciales. Es decir, aquellos trabajos que ponen en el centro la vida, que afectan directamente al bienestar de las personas y a la atención de sus necesidades. Muchos de estos trabajos invisibilizados e infravalorados social y económicamente, realizados mayoritariamente por mujeres.
NO QUEREMOS SU NORMALIDAD
En su normalidad, quienes no somos rentables, aquellas que estamos en los márgenes no contamos y es que en esta crisis también se ha evidenciado la vulnerabilidad en la que se encuentran los sectores más precarizados, Empleadas de hogar, personas sin papeles, falsos autónomos… han perdido la capacidad de los escasos recursos que les permiten sobrevivir. Familias hacinadas en una habitación, en pisos pateras, una situación aún más sangrante en ciudades donde abundan los pisos vacíos, en muchos casos, de la administración. Todas estamos confinadas, también las mujeres que sufren violencia, condenadas a convivir 24 horas con sus agresores.
Tampoco podemos olvidarnos de las personas desplazadas, refugiadas, hacinadas en campos sin ninguna medida preventiva y menos aún, sanitaria. Las personas que están en o las personas presas que han visto recortados y vulnerados sus derechos de una
manera intolerable sin que se hayan tomado medidas para que este confinamiento sea también en las prisiones más llevadero.
Así como la mayor pandemia mundial, que no es el covid-19 sino el hambre, puede matar a 300.000 personas al día en los próximos 3 meses. Somos nosotras, las personas, quienes por responsabilidad y solidaridad estamos confinadas no nuestros derechos. Los derechos no están confinados, no lo han estado nunca por eso es incomprensible la conculcación que se está haciendo de muchos de ellos, los abusos policiales que hemos visto durante estos días, la militarización de algunos barrios
y ciudades que no respondían a una necesidad real, la cantidad de txibatos de balcón que han proliferado estas semanas que insultan a vecinas y vecinos pero que son incapaces de decir nada cuando oyen gritos y golpes en la vivienda contigua, la prohibición de manifestarnos aun cuando respetamos todas las medidas de seguridad… Lo haremos de otra manera, pero lo seguiremos haciendo, hemos vaciado las calles, pero volveremos a llenarlas; que no les quepa duda.
No, no queremos su normalidad, no queremos regresar a esa normalidad gris y excluyente que nos somete y que antepone los intereses del capital frente a los de las personas.
Este modelo económico y social no nos vale. No podemos volver a la normalidad anterior a la crisis del coronavirus, porque esa normalidad es el problema.
Por un mundo justo, que ponga en el centro la vida y a las personas, respetuoso con el medio ambiente. La lucha continua.
¡Viva el 1º de Mayo!
¡Viva la lucha obrera!