Osakidetza y la Educación Pública en la cuerda floja

Dos años después de la declaración por parte de la OMS de la pandemia producida por el SARS-CoV-2, inmersas en una nueva ola de contagios y con una nueva declaración de Emergencia Sanitaria por parte del Lehendakari Iñigo Urkullu; nos encontramos con los Servicios Públicos, en especial la Sanidad, pero también la Educación, exhaustos, desbordados y desconcertados.

Durante estos dos años hemos asistido estupefactas al progresivo desmantelamiento de dichos Servicios Públicos. Basta recordar que en el pasado mes de octubre Osakidetza, en un alarde de temeridad, se permitió el lujo de prescindir de unos 4000 profesionales, o como, en una vuelta de tuerca más, decide ahogar a la maltrecha Atención Primaria anunciando que no se van a atender consultas “que no revistan especial urgencia”.

Por desgracia, para nosotras estas políticas de recortes no son nuevas. Partimos de unos Servicios Públicos cuyo desmantelamiento se inició tras la crisis de 2008, desmantelamiento que ha supuesto una precarización de las condiciones laborales de las plantillas que repercute muy negativamente en la atención que se presta a la ciudadanía.

En Osakidetza, la plantilla estructural es la misma que hace cuatro años, los porcentajes de interinidad y rotación son brutales, la infradotación de las plantillas hace que muchos de nuestras Unidades de Hospitalización trabajen bajo mínimos. Desde la creación de las OSIs, la Atención Primaria ha sido minusvalorada e infradotada mediante una desinversión denunciada ya en 2017 por la plataforma Lehen Arreta Arnasberritzen que, junto diferentes agentes sindicales, convocó una serie de movilizaciones y huelgas a lo largo de 2019. A pesar de eso, y por culpa de decisiones de políticas, nuestra Atención Primaria está en la UCI, la Atención Primaria necesita urgentemente más inversión, más medios y más personal para garantizar una sanidad pública, universal y de calidad. Necesita incrementar su presupuesto, del 14% actual hasta un 25%, para equipararla a los estándares europeos, y para que pueda cumplir con los principios de promoción y prevención para los que fue creada y evitar desigualdades en el acceso a la atención sanitaria.

La Educación Pública no le va a la zaga; plantillas infradotadas, ratio alumnado/profesorado desproporcionado, rotación permanente del personal, tasa de iterinidad brutal… Todo ello es consecuencia de la precarización de y de la falta de inversiones.

¿Qué han hecho nuestros responsables políticos? Gestionar el “capitalismo del desastre”. Han decidido mantener las políticas de recortes y desinversión, prueba de ello es la Ley de Presupuestos de la CAV de 2022, no han querido aumentar la dotación de personal en dos áreas tan importantes para luchar contra las desigualdades como son la Sanidad y la Educación Públicas, y cuando lo han hecho ha sido de forma puntual, con carácter básicamente asistencial y sin ningún planteamiento educativo, sin dotar a las personas profesionales de herramientas para afrontar y aprovechar de forma positiva este nuevo paradigma, y sin ninguna intención de mejora de las condiciones laborales.

Es por eso por lo que desde ESK y STEILAS exigimos un cambio de rumbo en las políticas de recortes sistemáticos y sistémicos que el PNV, junto con su socio el PSE, lleva adelante en nuestros Servicios Públicos. Es imprescindible un aumento en las inversiones tanto en Sanidad, y en especial en nuestra Atención Primaria, como en Educación Públicas que las doten de los imprescindibles recursos humanos y materiales para que cumplan su función y den la atención que se merece la ciudadanía de este país.

Las trabajadoras de dichos servicios públicos no necesitamos agradecimientos ni propaganda. El mejor reconocimiento se hace a través de las condiciones laborales, invirtiendo en ellas, evitando el estigma que a menudo sufre tanto la Sanidad como la Educación Pública y priorizándolas ante políticas privatizadoras.

En Euskal Herria, a 18 de enero del 2022