Este 8 de Marzo la Secretaría Feminista de STEILAS quiere volver a poner los cuidados como tema central para trabajar con el alumnado. Cuando hablamos de la escuela, solemos relacionarla directamente con la educación y el aprendizaje pero no tanto con su papel fundamental en el cuidado de las personas. La función de cuidado que proporciona está casi desprestigiada, en lugar de ser vista como uno de los mayores valores de la misma.

La comunidad educativa es un espacio privilegiado donde el aprendizaje del cuidado mutuo se practica a diario. Se aprende y practica el cuidado mutuo más allá de las relaciones familiares y de parentesco. En esa relación educativa es la persona, todas y cada una, la que mantiene la centralidad en la comunidad educativa en la perspectiva del cuidado. El cuidado de todos los componentes de la vida y la organización escolar favorece el desarrollo integral de todas las personas. Es, además, el aprendizaje de la buena convivencia practicada simultáneamente dentro y fuera del espacio escolar y en las comunidades de proximidad: comunidad de vecinos y vecinas, calle, barrio, pueblo, ciudad…

A raíz de la pandemia y la privatización cada vez mayor de los servicios públicos hemos comenzado a hablar de la necesidad de servicios de cuidados públicos gratuitos y universales, pero también de crear redes locales de cuidados, algo que de alguna manera ya se hace en la escuela pública, la que está ubicada en los barrios y pueblos, en la que se encuentran las familias vecinas, —menos de las que desearíamos también es verdad—, la que no necesita transporte para acceder a ella y las niñas y niños a partir de una edad pueden acudir sin sus familiares, fomentando así su autonomía personal y el acompañamiento entre iguales. Además, en algunos entornos escolares se han puesto en marcha los itinerarios escolares seguros, para que las niñas y niños puedan acudir a la escuela caminando o en bicicleta, ampliando la corresponsabilidad y el cuidado de la comunidad educativa a los locales comerciales del barrio.

Por otra parte, son los centros escolares los que facilitan mayoritariamente la conciliación laboral, familiar y personal y se han ido adaptando a las diferentes necesidades de la sociedad. A partir de esta nueva organización social la escuela va ampliando los servicios para responder a las demandas sociales con ampliación de horarios: escuelas infantiles de 0-2 años, aulas madrugadoras, extraescolares, servicio de comedor… actividades imprescindibles también en el ámbito escolar, realizadas por monitoras, especialistas de apoyo educativo, de infantil, trabajadoras de la limpieza, cocineras… y sí están escritas en femenino porque son mayoritariamente mujeres las que las desempeñan esta labor, y como no puede ser de otra manera peor pagadas y poco reconocidas.

Todas las personas necesitamos de cuidados para vivir, pero hay situaciones de mayor vulnerabilidad que requieren otro tipo de atenciones y de profesionales. La escuela pública, como comunidad educativa inclusiva que es ha de poner todos los recursos humanos y materiales para que el alumnado con diversidad funcional o psíquica esté en las mejores condiciones y se pueda desarrollar de la mejor manera.
Las profesionales que trabajan con este alumnado, tanto en el aula ordinaria, como en las aulas estables, podemos decir que más del 90 % son mujeres, y casualmente son el personal menos reconocido, con peores condiciones laborales, con peor horario y salario, cómo no.

Ahora que el tema de los cuidados ha empezado a tomar relevancia en nuestra sociedad, es imprescindible recoger todas las demandas de estos colectivos y ponerlos en valor. Las demandas son claras y de vital importancia: pertenecer al centro escolar y ser parte del claustro con los mismos derechos que el personal docente. Hay que hacer una revisión de las ratios e intensidades para poder dar respuesta a las necesidades del alumnado con el que trabajan, sin olvidar sus funciones, que no son meramente asistenciales.

Asimismo, en este tiempo de reivindicaciones en torno al cuidado, es imprescindible entender que los cuidados son un trabajo y una responsabilidad colectiva que debe ser repartido en igualdad. Una tarea titánica en la que los centros escolares tienen un gran potencial, ya que pueden establecer asignaturas o espacios que hagan pedagogía sobre el cuidado, lo que tendría un impacto social muy positivo y nos acercaría más a nuestro objetivo. Esta función es interesante porque, aunque necesitamos estructuras públicas que se ocupen de los cuidados, esta estructura debe ir acompañada de procesos de concienciación social, que es la única manera de dar la vuelta a las desigualdades de género asociadas al cuidado.

Si de verdad queremos construir una sociedad inclusiva e igualitaria, no podemos olvidar que las escuelas públicas se nos muestran como “comunidades educativas que cuidan”, son los lugares donde se reconoce el valor de lo próximo, de lo colectivo y de lo público. Porque son las únicas que pueden cumplir, si quieren ser públicas, las condiciones que las caracterizan: se desarrollan en el espacio público, su práctica fundamental es el apoyo mutuo, comparten los recursos materiales e inmateriales, no privan a nadie de estar con todos/as y en ellas “el otro” siempre es reconocido como es y se integra en “un nosotros inclusivo y abierto”.

Este tema siempre ha sido prioritario para la secretaría feminista de STEILAS y ya hemos publicado unidades didácticas sobre el mismo, como por ejemplo Zaintzak plazara eta Eskola erasorik gabeko espazioa que podéis encontrar en nuestra página web.