La invisibilidad también nos agrede

Aunque es evidente que las mujeres se han incorporado a todos los sectores laborales, el acceso generalizado a puestos de dirección o de responsabilidad es todavía minoritario. Las estadísticas muestran que las mujeres eligen en mayor proporción que los hombres el trabajo en el sector público. Por una parte, el acceso al trabajo en la administración se regula por parámetros objetivos, bien sea por oposiciones o por un baremo de méritos, y de esa manera se garantiza la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Por otra, hay una mayor garantía para poder ejercer el derecho a “conciliar la vida laboral y familiar”, conciliación que mayoritariamente recae en las mujeres. Por el contrario, como es de sobra conocido, el acceso en igualdad al trabajo en la empresa privada es más difícil, especialmente en determinados sectores o puestos en los que la presencia de la mujer es todavía minoritaria.

La educación ha sido tradicionalmente, y sigue siendo en la actualidad, uno de los mayores nichos de empleo para las mujeres, un sector refugio. Mas del 70% del profesorado de Navarra son mujeres , pero cuando examinamos los datos sobre la proporción de mujeres en las direcciones de los centros este porcentaje disminuye drásticamente. Si ponemos el foco en los puestos de mayor responsabilidad del Departamento de Educación podemos comprobar que no hay ni una sola mujer. Tenemos un consejero, dos directores generales, un secretario técnico y un presidente del Consejo Escolar de Navarra.

No es ninguna novedad; en anteriores legislaturas el panorama era bastante parecido, con alguna salvedad puntual, ya que durante la legislatura 2007-2011 hubo una directora general y una presidenta del consejo escolar. Lo que resulta más chocante es que las mujeres sigamos siendo invisibles en un gobierno que se autodenomina de cambio.

En la presentación del nuevo Gobierno de Navarra se remarcó la composición paritaria, pero esta directriz no parece haberse tenido en cuenta en los distintos departamentos, y esto no es sino una muestra de lo profundos que son los estereotipos y lo difícil que es cambiar la mentalidad y las relaciones de poder.

Desde hace años se habla del “techo de cristal” ( la limitación que , por diferentes motivos, impide a las mujeres acceder a puestos de responsabilidad) para explicar la ausencia de mujeres en puestos directivos. ¿ Pero es esta la causa? ¿ O al menos, es esta la única causa? ¿ Se puede utilizar como excusa para perpetuar una situación anómala?

Consideramos totalmente lógico que las y los miembros del gobierno designen a sus colaboradores más inmediatos y se sirvan de personas de máxima confianza para compartir las responsabilidades del proyecto que quieren llevar a cabo.¿ Pero es lícito que a su vez estas personas designen a quienes ocuparán el siguiente puesto en el escalafón y éstas al siguiente y así sucesivamente en una designación en cascada?

Nuestro sindicato envió a los partidos que sustentan el gobierno un decálogo de prioridades para que se tuviesen en cuenta en la elaboración del programa. Muchos de ellos han sido recogidos en el mismo, pero desgraciadamente se han hecho oídos sordos al relativo a la adjudicación de puestos de responsabilidad de manera objetiva y transparente. Si estos puestos se adjudicasen mediante criterios técnicos objetivos ( baremos de méritos, proyectos….) es muy probable que hubiese una mayor presencia de mujeres. Si se continúa con la “inercia del sistema” nos encontraremos mayoritariamente con hombres que entre ellos se nombran, se designan, se otorgan responsabilidades y se devuelven favores.

Este verano desgraciadamente hemos asistido una y otra vez al horror de los asesinatos y de las agresiones sexistas y siempre se insiste en que la solución pasa por la implicación de las instituciones en el camino hacia la igualdad. Hay una unanimidad al considerar la educación el factor esencial para conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres. Para que realmente sea así, y no sólo una declaración “ políticamente correcta” se necesitan recursos y una intensa formación del profesorado. Difícilmente se podrá lograr este objetivo cuando en el organigrama se olvidan de incluirlo específicamente.

Además, las alumnas necesitan modelos, referentes en las distintas áreas del saber y de la vida cotidiana , en el deporte, en la política…. Y por supuesto en el mundo educativo. Nos negamos a admitir una situación piramidal en la que las mujeres nos veamos excluidas de los puestos de responsabilidad y que nos invisibiliza como trabajadoras y , a veces, como personas.