Cuando en un territorio se declara la emergencia sanitaria y, en lugar de reconocer el dolor que provoca esta situación, las dificultades que se añaden a los sectores más empobrecidos de la sociedad y el gran esfuerzo que están haciendo las personas que cuidan, se recurre a diversos dispositivos que alimentan la ideología que sostiene al actual sistema productivo neoliberal, a algunas nos entra pánico.

Y nos entra pánico porque desde los gobiernos se lanzan discursos bélicos en boca de policías y militares, al tiempo que despliegan el ejército y las fuerzas policiales por nuestras calles provocando, sin duda, una sensación de estado de sitio. Vigilan que el encierro se cumpla independientemente de si la gente tiene casa, en qué condiciones comparte esta casa o con qué medios materiales cuenta. Por eso, afirmamos que el confinamiento también es una cuestión de clase social.

Desde las instituciones educativas, por su parte, se incide en la importancia de que el alumnado no pierda su ritmo de aprendizaje. Así, en las escuelas, institutos y universidades el profesorado ha tenido que traducir a la versión telemática su función docente de un día para otro, con el objetivo de que todo siga su curso. Con las dosis de estrés y prolongación de las jornadas laborales que este hecho genera en el profesorado, en las familias y en el propio alumnado.

Por mucho que nos empeñemos en la enseñanza telemática, la educación requiere presencia, los centros educativos son espacios de socialización, encuentro, intercambio y relación. Además, sabemos que la transmisión de conocimiento no se ciñe al contenido de las materias (el asunto de las competencias transversales, tan en boga las últimas décadas). Resulta indiscutible que aprendemos a lo largo de la vida y también en otras instituciones no formales, tales como la cuadrilla, familia, medios de comunicación, redes sociales, vecinales…

En este sentido, desde STEILAS insistimos en que si la escuela es virtual, las dificultades del alumnado que necesita una atención especializada e individualizada, una metodología inclusiva con especialistas, materiales y entornos adaptados, se agravan. ¿Cómo van a realizar este trabajo las educadoras, logopedas, fisios y las PT (Pedagogía Terapéutica) por medio de unas pantallas? Referente a este alumnado no se dado ninguna atención por parte del departamento de educación, que nuevamente ignora las diversidades que encontramos en los centros escolares.

Si la escuela es virtual, las familias deben asumir la educación formal de sus hijos e hijas. Una parte importante de las familias vascas, la media del estado del alumnado no conectado, según Isabel Celaá, es del 14 %, carece de los recursos culturales y tecnológicos para realizar estas funciones. Si vives en condiciones de pobreza, es imposible contar con un espacio propio y digitalizado en el que materializar el plan de estudios de este tercer cuatrimestre. Por tanto, la formación telemática tiene un claro componente de clase y no está al alcance de una parte importante del alumnado que está matriculado en la escuela pública.

Consideramos que la cuarentena que tiene aparejada esta penosa enfermedad nos obliga a reflexionar sobre el modelo consumista e individualista de esta sociedad. Nos obliga también a poner de relieve que no podemos vivir sin un sistema sanitario público y universal que garantice el derecho a una vida digna para todas las personas y sin una educación pública que asegure la igualdad de oportunidades y dote de prosperidad a la clase trabajadora.

No nos engañemos más con esa retórica de la psicología positiva -importada de los Estados Unidos de América- que se ha colado en numerosos discursos políticos, sociales y educativos que define a esta epidemia como un reto, una oportunidad; frases hechas que coagulan el pensamiento tales como «entre todos lo vamos a vencer», «pronto pasará», «si quieres, puedes» «que el virus no te quite la sonrisa»… Desde nuestro punto de vista, esta es una llamada inmoral a la voluntad individual de las personas cuando lo acuciante es construir un sistema sanitario, educativo y de cuidados público, universal y sólido que ponga la vida de todas las personas en el centro.

«Por último, recordemos que de esta enfermedad nos están ayudando a salir el colectivo de limpiadoras de hospitales, celadoras, enfermeras, médicas, trabajadoras de residencias, psicólogas, trabajadoras sociales, transportistas, agricultoras, cajeras, empleadas domésticas, ganaderas y baserritarras etc., en suma, todas aquellas profesiones ligadas al cuidado y a la tierra, mayoritariamente feminizadas y hasta ahora invisibilizadas y desvalorizadas. Ese es el futuro, no las pantallas de los ordenadores, Tablets y móviles.»

*Según la RAE al tratarse de una enfermedad se debe usar en femenino. Tantos años reivindicando un lenguaje inclusivo y lo conseguimos cuando se trata de una pandemia, al menos paradójico.

SECRETARÍA FEMINISTA DE STEILAS