La excelencia educativa es cuestión de genitalidad_pdf

Respuesta al artículo “La feminización del profesorado perjudica a los niños*, alerta la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos)”

El 16 de octubre se publicó en el periódico la Vanguardia un artículo en el que se sostiene que la “feminización del profesorado perjudica a los niños”, el artículo se apoya en un informe de la OCDE, bastante acorde con la línea editorial del periódico citado.

El estudio viene a decir que los alumnos carecen de referencias masculinas, que no de hombres que se dediquen a la enseñanza, a pesar que de un tiempo a esta parte quienes trabajamos en educación hagamos un esfuerzo para que nuestros alumnos comprendan que la masculinidad no es obligatoria cuando se nace hombre. En cualquier caso, esta falta de referencias ‘masculinas’ parece afectar negativamente a los niños. De hecho, el artículo dice literalmente que la presencia de profesores (en masculino) puede dar a los niños un entorno educativo más positivo e incluso mejores resultados. Si esto es así, alguien debiera informar a quienes se dedican a formar al profesorado de que no es necesario ahondar en estrategias pedagógicas innovadoras que mejoren la calidad de nuestra enseñanza, ya que es una cuestión de genitalidad.

Es curioso que no traten por igual la falta de referentes en el caso de la diversidad funcional, racial o sexual, ni les preocupen los resultados de este alumnado. Además el artículo acusa a las profesoras de tratar de forma desigual al alumnado. En este caso sí se da a entender que se ejerce lo que popularmente, quienes también utilizan el término ‘feminazi’, denominan ‘discriminación positiva’, que no paridad. En otras palabras, y con poca sutileza, el artículo insinúa que las mujeres discriminamos al desatender y desalentar a los alumnos masculinos.

Además de ofensiva, esta insinuación es totalmente carente de rigor, propia de una conversación de cuñados de taberna, ya que el análisis es tan parcial y limitado que obvia, entre otros, toda una lógica patriarcal que premia a las alumnas que son adecuadas y sacan buenas notas mientras sanciona a aquellos alumnos que son aplicados. Un modelo a seguir no precisamente fomentado por las profesoras. En otras palabras, esa masculinidad que el artículo parece echar de menos en las aulas se representa siendo el malote de clase, el despreocupado, el no aplicado…

Tal vez sea más preciso señalar que es este rol de género uno de los elementos que genera fracaso escolar entre los estudiantes varones, y no tanto la genitalidad de quien imparte las clases, cuyo rol de género pudiera incluso ser un lugar híbrido entre lo femenino y lo masculino. A quienes intentamos coeducar, este problema nos preocupa y mucho, no solamente por las consecuencias que tiene entre los alumnos varones, preocupación exclusiva de quien firmaba el artículo, sino por las desigualdades sociales que genera. Y es que aunque el estudio no acierte al afirmar que la educación se quedara sin profesores (en masculino), ya que  la matriculación de hombres en magisterio ha aumentado en los últimos años. El dato que sigue inamovible es el que establece un techo de cristal para las mujeres que por mucho que sean más aplicadas en las aulas difícilmente acceden a puestos de poder académico. Los datos nos siguen mostrando lo que se denomina “efecto tijera”, esto es, conforme se va ascendiendo en las responsabilidades y cargos, como cátedras, aumenta el número de hombres y desciende el de mujeres.

Pongamos en el centro de la discusión el curriculum oculto, analizado por los Estudios Feministas y de Género desde hace décadas: y  es que aunque  las mujeres estemos acostumbradas a ser invisibilizadas y satanizadas, hablar de falta de referencia masculina y sobrerepresentación femenina es simplemente un disparate. Es de sobra sabido que las mujeres están ausentes en los libros de historia, de física, de matemática, en las efemérides culturales que se celebran en los centros, en los nombres de las calles y de los centros escolares, en los ámbitos de toma de decisión de los propios centros educativos…

En un mundo en el que los hombres están sobrerepresentados en todas las esferas públicas y sobre todo de poder, argumentar que las mujeres deban renunciar a los pocos trabajos que se les atribuyen y que no son excesivamente precarios es cruel. No olvidemos que la pobreza sigue teniendo cara de mujer, que las mujeres siguen estando relegadas al ámbito domestico y a los trabajos relacionados con el cuidado, aunque ningún estudio analice si eso afecta negativamente a quienes reciben los cuidados, se debe esto tal vez a que no son trabajos tan apetecibles para los hombres?

En cualquier caso, hay algo en lo que coincidimos con quien firma el artículo,  hay una distribución desigual en lo que a ámbitos laborales respecta, lo cual genera un desequilibrio social. Por nuestra parte estamos dispuestas a que se redistribuyan de forma paritaria los cargos de catedráticos, presidentes, gerentes… y a ceder aquellos trabajos que las mujeres venimos desempeñando históricamente, nos referimos a los trabajos que sostienen la vida, a los cuidados. Tal vez así consigamos que nuestros alumnos tengan referencias más beneficiosas y paritarias.

*Hay que señalar que en este caso no se utiliza el masculino como genérico, sino que se refiere exclusivamente a varones y no a todos.