El personal de los centros educativos ha manifestado sus quejas e inquietudes por la actividad formativa que el Departamento de Educación del País Vasco ha establecido para el profesorado. Hay muchas discrepancias en los procedimientos, en los contenidos y en la organización. Aunque ahora el problema sea este, no se trata de una cuestión aislada. Esta situación explica los viejos achaques de nuestra administración, ya que las raíces de esta inquietud no son nuevas. Por eso en Steilas creemos necesario reflexionar sobre ello.

En primer lugar, hay que señalar que la mejora pedagógica se prescribe muchas veces como un proceso de arriba abajo. De esta forma, los servicios de innovación (berritzegunes, irale…) se convierten en meros instrumentos para orientar los procedimientos y criterios de la administración. Muchos profesores/as y muchas escuelas están inmersos en sus interesantes procesos de innovación, pero a la colaboración mutua y al enriquecedor intercambio de experiencias la administración no les da, en la organización de la enseñanza pública y de sus servicios de apoyo, la prioridad que merecerían.

Por otro lado, los continuos cambios legislativos y curriculares (y excesivos en algunas de sus precisiones), se canalizan con procesos excesivamente técnicos y complejos que, a menudo, sustituyen al verdadero cambio pedagógico por burocracia y creación de textos. Suele primar la necesidad formal de adaptarse a la ley, a los decretos, a los currículos, etc., en lugar de la incidencia directa de la actuación con el alumnado. Muchos profesores/as opinan que muchas horas de trabajo se pierden en tareas inútiles.

A esto habría que añadir que la administración no lleva a cabo su trabajo de forma correcta y en los plazos adecuados. De hecho, ha obligado a los centros a trabajar con los borradores de currículum, a la espera de la asignación definitiva de oficiales. Además, el proyecto de Curriculum Digital, que condiciona el plan de formación de todo el curso escolar, se ha presentado y puesto en marcha meses después de su inicio, poniendo patas arriba los planes de formación previstos en las escuelas desde el curso 21-22. La improvisación e imposición de la Administración van con frecuencia de la mano.

En proyectos formativos como el Currículum Digital, ¿dónde quedan los pasos dados por cada escuela, su evaluación, propuestas, necesidades formativas…? Cuando el Currículum Digital consume todas las horas de formación del profesorado, ¿dónde queda la reflexión sobre las necesidades del centro y los pasos a dar? La falta de autonomía de los centros públicos ha vuelto a quedar patente este curso. Se ha mostrado poco respeto por los proyectos propios de las escuelas y por el trabajo diario y el esfuerzo de muchos profesionales implicados/as en la mejora de su centro escolar, cuando muchas cosas han quedado suspendidas en las escuelas para implantar la formación del Currículum Digital. Esto es especialmente grave cuando muchos centros públicos se esfuerzan por dar respuesta a realidades muy complejas, en condiciones complicadas, y cuando los y las profesoras tienen prioridades urgentes para las horas de formación.

Además, nos parece sorprendente que algunos proyectos escolares sean una oferta de empresas privadas y/o entidades financieras, ya que en educación, empezando por la universidad, está claro que los intereses privados están cada vez más implicados. Además, en el ámbito de las TIC no existe una decisión firme sobre la creación de proyectos propios de gestión y de trabajo escolar o el uso de software libre en la CAPV y se opta por establecer acuerdos con las grandes empresas del sector. La educación es un espacio de negocio cada vez más interesante para determinados sectores económicos de la sociedad, para lo cual es imprescindible la colaboración de las administraciones educativas. La mercantilización de la educación es hoy no sólo un riesgo, sino una realidad cada vez más amplia.

Steilas siempre ha apostado por la renovación pedagógica y vamos a seguir haciéndolo porque con el deseo de cambiar nuestra sociedad va el deseo de cambiar la propia escuela. La mayoría del profesorado y del personal educativo buscamos mejorar en el día a día, pero a veces las decisiones de la administración se convierten en un obstáculo. La Administración debería impulsar, facilitar, orientar, seguir, apoyar y evaluar los proyectos de innovación que se lleven a cabo en la escuela. Y en ese camino debe escuchar a los centros educativos, recogidos como sujetos activos de la innovación. Y también debería escuchar opiniones críticas, porque no todas las expresiones contrarias a un proyecto son imputables a la pereza o a la lentitud, ya que muchas veces son personas y grupos que llevan años de implicación en la innovación pedagógica los que muestran una actitud crítica.